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Cuando están por cumplirse 67 años del retorno tortuoso de Trieste a Italia, los pasearé hoy por la memoria de esta ciudad fronteriza del noreste italiano, puerto sobre el Adriático, codiciada por imperios y regímenes en los últimos siglos por ser el camino hacia una región muy convulsa, los Balcanes.  

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Esta es la historia poco conocida, de un territorio muy golpeado por las dos guerras mundiales. Su destino fue motivo de gran tensión internacional para la Europa de la posguerra.

Trieste, con su herencia romana y veneciana, será la joya del Imperio Austrohúngaro por cinco siglos, el gran puerto comercial e industrial a orillas del Adriático, el lugar por donde los vieneses salían al Mediterráneo. Cuando se alcanza la Unificación italiana, en 1861, Trieste continuará como parte del Imperio, pese a la gran cantidad de italianos que habitaban este territorio.

Durante la dinastía de los Habsburgo, esta especie de ciudad estado, vivirá su época de mayor esplendor con la emperatriz María Teresa, será un crisol de las culturas italiana, eslava, germánica y judía. Se vivió la utopía, un modelo de sociedad multicultural, incluyente y tolerante, en sus calles se escuchaba el italiano y el triestino, el alemán, esloveno, serbio y croata. Los vecinos, bien fueran católicos, ortodoxos o judíos practicaban su fe públicamente.

La tormenta que desataría el enfrentamiento de dos países vecinos, Austria e Italia, durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), por este rincón oriental de la península, no solo terminó con la desintegración de un Imperio sino con el final de una era para Trieste.

Aunque el mapa del mundo cambiaría y los triestinos obtendrían oficialmente la nacionalidad italiana en 1920, la paz no llegaría para ellos, esta nueva ciudad ya estaba rota por dentro y con el ascenso al poder de Benito Mussolini en 1922, se extremarían las políticas de italianización forzada del fascismo de frontera contra la población de origen no italiano.

Con el ingreso de Italia a la Segunda Guerra Mundial en 1940, la suerte de la provincia de Trieste se complica aún más. Porque primero Italia jugó al lado de los países del Eje junto con los Nazis, pero al ser derrocado Mussolini en 1943, Italia capitula ante los Aliados. Ahí empieza la época más oscura para la población civil al quedar expuesta entre los dos fuegos.

Al finalizar el conflicto mundial en 1945, Trieste quedó herida y fracturada y como si fuera poco, la ciudad fue conquistada como trofeo de guerra por los partisanos comunistas de Tito y el Ejército británico.

Mientras Italia se convirtió en República, en 1946, los dos bandos encontraron una solución muy conveniente para ellos con esta región ocupada y la convierten en 1947, en el Territorio Libre de Trieste, que fue la primera frontera “física” de la Guerra Fría. Winston Churchill le llamaría el puesto fronterizo sureño de la llamada «Cortina de Hierro», ese fue el precio que Italia pagó al perder la Segunda Guerra Mundial.

Diario el Relator de Cali, octubre 7 de 1954: «millares de italianos desfilaron hoy por las calles de Roma, bajo el ojo vigilante de la policía, para celebrar el regreso de Trieste a la patria»

Luego de 8 largos años de gran tensión internacional con nivel alerta roja por la ocupación militar del Reino Unido, Estados Unidos y Yugoslavia, se izóa de nuevo la bandera italiana en Trieste, el 5 de octubre de 1954, por eso se dice que fue la última ciudad en ser italiana.

La elegante y discreta Trieste, hoy capital de la región italiana del Friuli-Venecia Julia, en frontera con Eslovenia y el Adriático, busca de nuevo la convivencia civil entre nacionalidades, culturas e idiomas distintos.

Equipo creativo del pódcast de La Bernardi: editora Isabella Prieto, comunicadoras Sofía García y María José Campo. Escúcha 🔈 cada viernes 𝗟𝗮 𝗕𝗲𝗿𝗻𝗮𝗿𝗱𝗶, una historia entre Colombia e Italia en el programa Café Cultural por Clásica 88.5 FM https://www.clasica885.com Pódcast disponible en www.labernardi.com y en spotify.