En la tarde del 5 de mayo de 1977, se apagaría la vida del Juez de la República, Eduardo Moya Tovar, a solo unos pocos metros de su casa en el barrio El Refugio. Ese día mientras los caleños salían estremecidos del sopor de la siesta del mediodía ante la noticia y al país se le advertía como se silenciarían a hombres y mujeres encargados de impartir justicia; la vida de su familia cambiaría para siempre.
En la tarde del 5 de mayo de 1977, se apagaría la vida del Juez de la República, Eduardo Moya Tovar (1*), a solo unos pocos metros de su casa en el barrio El Refugio, al sur de Cali. Ese día mientras los caleños salían estremecidos del sopor de la siesta del mediodía ante la noticia y al país se le advertía como se silenciarían a hombres y mujeres encargados de impartir justicia; la vida de su familia cambiaría para siempre, con gran valor su esposa, Graciela Moya de Ospina(2*), seguiría adelante con sus tres jóvenes hijos, Elsa María, Nicolás Alejandro y Luis Carlos.
La impunidad. Durante 25 años el juez Moya ejercería justicia bajo el precepto que los derechos fundamentales del hombre no son negociables y así se lo enseñaría a los suyos, quienes clamarían por justicia a sus compañeros de oficio durante mucho tiempo, justicia que nunca llegaría para esclarecer la muerte de este servidor público. El proceso sería archivado antes de llegar a la verdad y 44 años después reposa en el olvido.
El 9 de abril. La trayectoria de este abogado bogotano defensor de los derechos ciudadanos se remonta a su paso por las aulas de la Universidad Nacional y a su participación activa con un grupo de estudiantes, intelectuales y líderes gaitanistas en la toma de los micrófonos de la Radio Nacional el 9 de abril de 1948, para exigir la renuncia del presidente conservador, Mariano Ospina Pérez, e invitar al pueblo a marchar luego del magnicidio del caudillo liberal, Jorge Eliécer Gaitán.
La llegada a Cali. A inicio de la década del cincuenta, en plena época de la violencia partidista, Eduardo con sus padres, don Carlos Moya y doña Leonor Tovar, y su hermano, Hernando, debieron dejar Bogotá para trasladarse a Cali, sin él aún recibirse de abogado. Al poco tiempo conocería a los vecinos de oficina en el Edificio Hormaza (Carrera 5 con Calle 10), al constructor italiano Antonio Bernardi (3*), quien sería luego su concuñado, y a su hija y secretaria, Gladys Bernardi.
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Eduardo Moya ya en Cali: 6. En 1952 con su novia Graciela Ospina y7. con Álvaro Prieto Díaz, 8. en Circasia.
El noviazgo. La familia Bernardi Ospina sería la facilitadora de la relación que pronto entablarían Eduardo con la señorita Graciela Ospina Mejía, en uno de los tantos paseos de ella al Valle del Cauca, a visitar a Camila y Antonio, su hermana mayor y su cuñado. Desde los pocos meses de nacida, Graciela residía en Manizales desde 1922 cuando sus padres, Luis María y Ana Joaquina (4*), llegaron con sus 11 hijos por esos caminos montañosos a lomo de mula. Graduada de la Normal de Señoritas, ingresaría con el cargo de Secretaria del Gerente a Chocolate Luker (*5), la empresa más prometedora del Viejo Caldas con fábricas en Bogotá y Medellín y oficinas en Neiva y Cali.
Graciela: la libreta en la cual su padre Luis María Ospina apuntó su nacimiento, el 16 de septiembre de 1921. De niña con sus padres en la Hacienda El Bosque en Dosquebradas. De soltera con sus dos sobrinas Regina Bernardi y Aida Ocampo se dirigen a la misa dominical a la Catedral de Manizales. Abajo con sus padres y hermanos. Documento de identidad.
Matrimonio de aventura. Después de un largo cortejo a distancia, Eduardo pediría la mano de la más joven de las 9 hermanas Ospina y contraería nupcias el 18 de agosto de 1956 en Manizales. La pareja emprendería su vida de casados muy ligera de equipaje, con una maleta cada uno, mientras él como juez practicaba investigaciones entre Ubaté y Bogotá. Hacia 1958 ellos se establecerían en Cali y arrendarían el apartamentico del primero piso del Edificio Bernardi, construido por Antonio Bernardi (1954) en el barrio El Peñón, donde el italiano vivía con su esposa Camila Ospina y su familia.
Arriba: Matrimonio el 18 de agosto de 1956 en Manizales. Edificio Bernardi en Cali en los años 60: Graciela, Eduardo con Elsa María y Antonio Bernardi y Camila Ospina, con su hija Italia y sus hijos, y sus sobrinos Elsa María y Alejandro, quienes nacerían allí.
Diligencias peligrosas. Mientras la familia crecía con la llegada de Elsa María (1959) y Nicolás Alejandro Moya Ospina (1960), el juez Moya Tovar residiría por temporadas cortas en zonas ´rojas´ a donde se le destinaba para investigar los delitos y sus autores, como en Caloto (Cauca) y el corregimiento tulueño de Barragán en las montañas del Valle del Cauca.
El caso de Antonio Larrota. Hacia 1961, tendría a su cargo unas de las diligencias más arriesgadas de su carrera, el caso del asesinato de Antonio María Larrota González, considerado por unos como un activo joven líder de izquierda y por otros como un organizador de cuadrillas de bandoleros en Tacueyó (Cauca). Eduardo y la comisión que se desplazaba para el levantamiento del cuerpo, estuvieron a punto de ser emboscados en El Salado, un recóndito paraje del municipio de Corinto.
La calma de la Isla Prisión. Los años pasaban y aunque Eduardo acumulaba experiencia, él no había podido recibirse de abogado ya que su tesis sobre ´El Abuso de Confianza´ era muy extensa y las comisiones encomendadas no le dejaban mucho tiempo.
En 1963 quedaría libre una vacante de juez en la cárcel de máxima seguridad que hacía poco el Gobierno del presidente Alberto Lleras Camargo construiría en la Isla Gorgona para recluir a los reos más peligrosos de todo el país ya que era casi imposible una fuga de ese territorio inaccesible, entre la selva y un Océano Pacífico infestado de tiburones, a 35 kilómetros de la Costa. Eduardo y Graciela tomarían una decisión trascendental para la carrera de él y para las finanzas de la familia; solicitar el traslado a la penitenciaría.
En 1963 Graciela con sus dos hijos en Gorgona.
Una mujer en la Isla Prisión. Todo el grupo familiar, los esposos con sus dos pequeños hijos y los padres de Eduardo arribarían al muelle de la Isla Prisión y vivirían 18 meses en ese paraíso tropical declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982.
Graciela sería una de las pocas mujeres que habitaría esa isla rodeada de guardianes, funcionarios y el personal de salud y la Armada que llegaba de cuando en vez. Lugar donde Eduardo, además de reivindicar los derechos de los recluidos y trabajar en su tesis de grado, compartiría con su familia dos de sus grandes pasiones, la pesca con anzuelo, actividad que realizaría todas las noches con su esposa, y la natación en los paseos dominicales a la playa donde sus pequeños hijos iniciarían sus primeras experiencias acuáticas.
Diferentes momentos de la vida de casados de Eduardo y Graciela. 1968: Graciela y Eduardo con el presidente Carlos Lleras durante las celebraciones de 20 años de egresado de la Universidad Nacional en Bogotá.Abajo1967: Foto de toda la familia en Primera Comunión de Elsa María y Nicolás Alejandro en el barrio El Refugio.
A Cali. Con el dinero ahorrado, los Moya Ospina comprarían su casa en El Refugio, a unas cuadras de la Calle Quinta; hacia 1966 llegarían a esta urbanización de clase media construida por Fenalco, con su tercer hijo, Luis Carlos. Eduardo ya con su título en mano, sería nombrado Juez 11 Penal Municipal y al final se desempeñaría como Juez 2 de Instrucción Criminal. En 1969, volvería a tener un caso complicado, el secuestro de los ciudadanos suizos Werner Straessle y Hermman Buff, perpetrado en Cali.
Como libre pensador que era, Eduardo con un colectivo de médicos y abogados, participaría en la creación del Colegio Ideas en 1973, con un modelo pedagógico bastante innovador para ese momento.
El retorno a Gorgona. El 4 de enero de 2004, Graciela acompañada de sus dos hijos mayores quienes iban a bucear, retornaría a la Isla Gorgona, cuando ya era un Parque Nacional Natural dedicado a las investigaciones científicas por la riqueza de su biodiversidad. A sus 82 años desembarcaría en el mismo muelle para recorrer los vestigios de la cárcel, contarle a los visitantes múltiples historias sobre la vida en la Gorgona de los años 60 y recordar en el mismo lugar, los años felices con su esposo.
Graciela Ospina seguiría muy unida a su familia de Manizales (ver las dos fotos de arriba). Y en sus últimos años, con sus tres hijos y su sobrina Regina Bernardi y en su celebración de 90 años con su familia en Cali.
Fuentes citadas. *Gracias a la narración de mi prima, la abogada Elsa María Moya Ospina, mi madre, Regina y mi tía Italia Bernardi Ospina se han reconstruido las vivencias de la familia Moya Ospina. Archivo fotográfico de las familias Moya Ospina y Bernardi Ospina.
(1*) Eduardo Moya Tovar nace el 10 de febrero de 1923 en Bogotá y fallece en Cali, el 5 de mayo de 1977. Sería Juez 11 Penal Municipal (30/07/1965 hasta 31/12/1970); 2 Juez de Instrucción (01/01/1970 al 05/05/1977) y su último cargo fue Juez 2 de Instrucción Criminal hasta 1977. (2*) Graciela Ospina Mejía nace en Santa Rosa de Cabal el 16 de septiembre de 1921 y muere el 28 de octubre de 2013 en Cali. (3*) Antonio Bernardi de Fina, constructor italiano nacido en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), casado con Camila Ospina, la hermana de Graciela. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). (4*) Luis María Ospina Arcila, ´papá Luis´: 1870 Aranzazu – julio 9 de 1943 Bogotá y Ana Joaquina Mejía Gutiérrez, ´mamá Anita´: 1877 Pacora – julio 22 de 1963 Manizales.(*5) Chocolate Luker, empresa fundada en la Hacienda La Enea de Manizales en 1906.
Arrancó el Giro de Italia con 228 pedalistas, 6 de ellos colombianos, quienes aspiran a vestir la maglia rosa al final de las 21 etapas, el 30 de mayo. Momentos históricos de una de las tres grandes carreras del ciclismo mundial y de la participación de los colombianos.
Arrancó el Giro de Italia, la “la carrera más dura del mundo en el país más bello del mundo”, con 228 pedalistas, 6 de ellos colombianos, quienes aspiran a vestir la maglia rosa al final de las 21 etapas, el 30 de mayo.
INEOS Grenadiers: Egan Bernal y Daniel Felipe Martínez
UAE-Team Emirates: Fernando Gaviria y Juan Sebastián Molano
Movistar Team: Einer Augusto Rubio
Astana – Premier Tech: Harold Tejada
La edición 104 está dedicada la historia: la Unificación de Italia, 700 años de la muerte de Dante Alighieri, 90° cumpleaños de la Maglia Rosa y a los Olímpico de Invierno de 2026 en Milán-Cortina d’Ampezzo.
Momentos históricos de una de las tres grandes carreras del ciclismo mundial y de la participación de los colombianos:
Aspectos de la primera edición del Giro de Italia en 1909 y la portada del diario deportivo La Gazzetta dello Sport, organizador de la carrera.
El 13 de mayo 1909 partió la primera edición en la Plaza Loreto en Milán, con 127 corredores, organizada por el diario deportivo La Gazzetta dello Sport. El italiano Luigi Ganna fue el ganador de las ocho etapas.
1911: inició y finalizó en Roma para celebrar el 50 º aniversario de la unificación de Italia.
Durante la Primera Guerra Mundial se interrumpió.
1920: por primera vez el Giro pasó por otro país: Suiza.
1924: compitió una mujer: Alfonsina Strada.
1931: nace un ícono mundial:se presentó la maglia rosa para el al líder de la carrera.
1933: se introdujo la clasificación de montaña y la primera contrarreloj individual.
1937: se incluyeron las Dolomitas.
1943: se suspendió durante la Segunda Guerra Mundial.
1950: primer extranjero que subió al pódium: el suizo Hugo Koblet.
1973: primer colombiano en participar, Martín Emilio Rodríguez Cochise, ganó la etapa Florencia – Forte dei Marmi.
1989: el colombiano Lucho Herrera ganó la Montaña y 2 etapas: Padua – Tre Cime di Lavaredo y Mendrisio – Monte Generoso.
2014: primer colombiano y único ganar la carrera rosa: Nairo Quintana y en segundo lugar, Rigoberto Urán.
2016: bicampeón, el colombiano Esteban Chávez.
2017: bicampeón Nairo Quintana.
2018: el Giro inició en Jerusalén y el tercer lugar fue para el colombiano Miguel Ángel López.
2019: el mejor joven, Miguel Ángel López, conquistó la Maglia Bianca.
2020: se movió la fecha y lugares de inicio y finalización de la carrera por la pandemia de la Covid-19.
En el portal web del Giro y en los perfiles sociales (Youtube, Dailymotion, Facebook, Twitter, Instagram) se podrán seguir las 21 etapas y esos recorridos por las grandes montañas, los paisajes, los pueblos y ciudades italianas.
Por Isabella Prieto La Bernardi, periodista y contadora de historias. Las relaciones diplomáticas y los lazos de amistad entre Italia y Colombia tan cordiales hoy en día, han sido una historia de amores y desamores con múltiples tropiezos, que se remonta a los siglos XIX y XX.
Por Isabella Prieto La Bernardi, periodista y contadora de historias. Las relaciones diplomáticas y los lazos de amistad entre Italia y Colombia tan cordiales hoy en día, han sido una historia de amores y desamores con múltiples tropiezos, que se remonta a los siglos XIX y XX.
Un recuento de la huella en nuestro país de los primeros inmigrantes de origen italiano en las épocas de la Colonia e Independencia, pasando por el legado de personajes como Agustín Codazzi, gestor de la Comisión Corográfica (1850-1859) y Oreste Sindici, quien musicalizó el Himno Nacional en 1887, hasta los motivos de Colombia parano incentivar en los últimos dos siglos, la migración extranjera a , a diferencia de otras naciones latinoamericana.
Anécdotas sobre cómo Gabriel García Márquez descubriría su vocación por el cine en su pueblo, Aracataca, en el Cine Olympia instalado por el comerciante calabrés, don Antonio Daconte Fama, en el patio de su casa en Las cuatro esquinas.
Los detalles del caso Cerruti y los 26 años de crisis diplomática entre los Estados Unidos de Colombia y el Reino de Italia entre 1885 y 1911, cuando las dos jóvenes naciones vivieron una crisis diplomática de grandes proporciones que se convertiría en un lío del derecho internacional privado, en el que estuvieron involucrados el rico comerciante piamontés garibaldino, Ernesto Cerruti y las autoridades del Estado Soberano del Cauca; y como mediadoras las dos potencias de la época: España y Estados Unidos.
Conferencia de historia dictada el 8 marzo de 2021, por invitación del Club Campestre de Cali.
Hace un siglo un joven piloto de Modena, Ferruccio Guicciardi Romani, haría historia con su hazaña aérea en la Cali de los años 20. El jueves 21 de abril de 1921, un valiente oficial veterano de la Primera Guerra Mundial al servicio de la Fuerza Aérea Italiana, sería el primer piloto que atravesaría los Andes colombianos en la ruta Pasto- Cali y pisaría suelo caleño, a bordo de su pequeña aeronave, el Telégrafo I e inauguraría el servicio postal.
Hace un siglo un joven piloto de Modena, Ferruccio Guicciardi Romani, haría historia con su hazaña aérea en la Cali de los años 20. A este centro urbano que bullía por su ubicación estratégica irrumpían nuevos medios de transporte para el comercio y el desplazamiento de pasajeros.
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El jueves 21 de abril de 1921, un valiente oficial veterano de la Primera Guerra Mundial al servicio de la Fuerza Aérea Italiana, sería el primer piloto que atravesaría los Andes colombianos en la ruta Pasto- Cali y pisaría suelo caleño, a bordo de su pequeño bimotor, el Telégrafo I.
Devolvámonos esa máquina del tiempo y revivamos detalles de lo que fue para los 50 mil parroquianos que habitaban estas tierras ese inédito suceso…
Con la corresponsal de La Bernardi en Quito, Marcela Becerra, exploramos la llegada al continente americano por el puerto de Guayaquil, de este aviador proveniente de la Emilia Romaña y del Telégrafo I, el primer avión que pisó tierra caleña, historia que se remonta cuando el piloto italiano, Elia Liut, recibió esa pequeña nave del estado italiano como pago por sus servicios militares como otros pilotos de la Primera Guerra y la trajo desarmada en 1920, para luego ser comprada y bautizada por el empresario Abel Castillo del diario El Telégrafo de Guayaquil para inaugurar el servicio de correo en ese país.
La pequeña nave de 8.90 metros de largo, se conserva en el Museo Aeronáutico de la Fuerza Aérea Ecuatoriana.
Y para finalizar esta historia del primer siglo del vuelo a Cali de Ferruccio Guicciardi, Sofía García visitó la cripta de la iglesia San Fernando Rey, la última morada del piloto en la ciudad que escogió para despedirse de este mundo.
Equipo creativo del pódcast de La Bernardi: editora Isabella Prieto, comunicadora Sofía García y editor de audio, Marcio Reyes.
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Gabriel García Márquez, nuestro Premio Nobel de Literatura 1982, siempre será noticia y siempre dará motivos a sus admiradores por todo el mundo para recordar anécdotas de su vida personal y de su oficio como periodista y escritor. La Bernardi habla con el periodista italiano, Omero Ciai, quien recuerda cómo conoció a Gabo en 2006.
Gabriel García Márquez, nuestro Premio Nobel de Literatura 1982, siempre será noticia y siempre dará motivos a sus admiradores por todo el mundo para recordar anécdotas de su vida personal y de su oficio como periodista y escritor.
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La Bernardi se dio a la tarea de hablar con el periodista italiano Omero Ciai, experto en informaciones de América latina quien conoció personalmente a Gabriel García Márquez y fue en 2007 uno de los pasajeros privilegiados del “Tren de Macondo”, la ruta que llevó a Gabo a su natal Aracataca con motivo de sus 80 años.
Omero cuenta cómo llegó Gabo a su vida y cuando logró conocerlo en Cartagena en 2006, simulando que era un turista de paso por la Heroica.
Whisky y sopa de langosta, ese fue el menú de la histórica cena en las murallas de Cartagena de Indias para este periodista italiano con el premio Nobel colombiano, su familia y un amigo, el actor italiano Salvo Basile, de la cual le quedarían muchas anécdotas, una foto instantánea tomada con una cámara polaroid por la cuñada de Gabo y un artículo publicado en el diario la Repubblica de Roma y replicado en otros diarios europeos.
Se los recomiendo es muy divertido .. les dejo un adelanto: ¨Hay cuatro cosas que Gabriel García Márquez ama de verdad. El whisky, pero sólo el de malta y bien añejado; el béisbol, la música bailable (bolero y rumba) y la diplomacia secreta. Nada más levantarse de la mesa, al final de la cena por su cumpleaños («es un día como cualquier otro, nada de tartas»), mira el vaso de whisky medio lleno y dice: «Te regalo la mitad de mis riquezas, pero si hubiese sabido desde el principio que eres un periodista», prosigue, «no habría charlado contigo ni un instante». Y añade: «He sido periodista durante toda mi vida y sé cómo trabajamos: demasiado deprisa. Hace falta más tiempo para hacer las cosas bien. Nunca es suficiente«.
Equipo creativo del pódcast de La Bernardi: editora Isabella Prieto, comunicadora Sofía García y editor de audio, Marcio Reyes.
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Aunque Gabriel José de la Concordia García Márquez (1927-2014), vivió la mayor parte de su vida en Colombia, Francia y México, el casi año y medio que estuvo en Italia y la fascinación por su literatura y el movimiento narrativo cinematográfico conocido como “neorrealismo”, marcaron su pluma como escritor y periodista. Crónica del italiano Omero Ciai y el colombiano Néstor Pongutá, publicada en VISLUMBRES Una constelación escogida de protagonistas de nuestra historia común de España, Italia e Iberoamérica, por invitación de la Embajada de España en Italia.
Por Omero Ciai y Néstor Pongutá*. Aunque Gabriel José de la Concordia García Márquez (1927-2014), vivió la mayor parte de su vida en Colombia, Francia y México, el casi año y medio que estuvo en Italia y la fascinación por su literatura y el movimiento narrativo cinematográfico conocido como “neorrealismo”, marcaron su pluma como escritor y periodista.
A pesar de que fueron menos de 18 meses de permanencia en Italia, quedaron muchas marcas y son varias las señales que evidenciaron que este país ocuparía un lugar especial en su vida y su obra. Son innumerables las referencias en sus escritos que hizo sobre Italia y el Vaticano. Aunque solo tenía 28 años cuando llegó a la capital italiana, vivió intensamente la ´Citta Eterna´. Lo embrujaba su bullicio, su historia, la pasión de su gente, su cultura, el drama constante, el cine, el vino y la gastronomía, más si se trataba de un buen plato de la sabrosa y sonora “pasta alla puttanesca”.
Gian Giacommo Feltrinelli, propietario de la reconocida editorial que llevaba su apellido, quedó maravillado con Cien años de soledad y en 1968, solo un año después de su publicación, lanzó la primera versión en lengua extranjera y se convirtió en la plataforma desde Europa hacia el mundo de este suceso literario, que narra la historia de la familia Buendía a lo largo de siete generaciones en un pueblo imaginario llamado Macondo. Esta novela, que luego fue traducida a 49 idiomas y ha vendido más de 50 millones de ejemplares, es considerada la obra cumbre de éste escritor colombiano que ganó el premio Nobel de literatura en 1982 y lo consolidó como uno de los escritores más reconocidos y leídos en el planeta.
A todos estos regalos que le brindó Italia, se suma un hecho que parece un argumento más del realismo mágico de Gabo: En la sureña isla de Cerdeña existe un pequeño pueblo llamado Perdasdefogu con apenas un poco más de dos mil habitantes. Según la clasificación de Guinness récords, es el lugar en el mundo, por promedio de habitantes, donde vive el mayor número de personas mayores de cien años. Este lugar escondido en la bella Italia, que tiene una hermandad con Aracataca, pueblo natal de Gabo, rindió un homenaje a sus longevos habitantes centenarios y en el 2015, su pequeña plaza, que está ubicada al frente del cementerio, la bautizaron con el poético nombre de “Centi anni di solitudine”.
Crónica del periodista italiano Omero Ciai y el periodista colombiano Néstor Pongutá, publicada en VISLUMBRES Una constelación escogida de protagonistas de nuestra historia común de España, Italia e Iberoamérica, por invitación de la Embajada de España en Italia.
Todos los pasos de Gabo conducían a Roma
Roma
Aunque desde su adolescencia Gabo ya comenzó a plasmar su habilidad para escribir y narrar conjugando fantasía y realidad, se inició profesionalmente en el periodismo en 1946 en el diario El Universal de Cartagena. Luego en 1950 pasó a El Heraldo de Barranquilla donde escribió su columna “la jirafa” que era el sobrenombre confidencial que le tenía a su esposa en los tiempos de enamoramiento, ya que para sus ojos, Mercedes Barcha tenía una belleza “Modiglianesca”.
Un día de 1954, estando en Bogotá con su gran amigo y colega Álvaro Mutis, recibió la llamada del director del diario El Espectador, Guillermo Cano, quien muy sutilmente lo invitó a escribir un pequeño párrafo para la página editorial. Desde ese día estuvo 18 meses más escribiendo en las páginas de ese diario capitalino sobre cine y crónica, hasta que estando en Europa, el diario fue cerrado por la dictadura militar de Rojas Pinilla. Aunque le enviaron para comprar el tiquete de regreso, Gabo decidió que con ese dinero, se quedaría más tiempo aventurando en el viejo Continente.
Sus crónicas y reportajes se habían convertido en una cita infaltable para los lectores y quizá el más recordado de ese género de periodismo literario, fue el Relato de un náufrago, una serie de catorce crónicas basadas en las entrevistas que Gabo le hizo al joven marinero Luis Alejandro Velasco quien sobrevivió al hundimiento del buque de la armada ARC Caldas y que luego estuvo 10 días a la deriva en una pequeña balsa. La publicación de estos reportajes dio lugar a una controversia pública y debido a esto, Guillermo Cano decidió hacer un gran esfuerzo y enviar a Gabo como corresponsal a Europa con sede en París.
El miércoles 13 de julio de 1955, en la portada de El Espectador, se anunciaba en una pequeña nota, acompañada de una foto de Gabriel García Márquez, que el diario enviaba un redactor a Ginebra (Suiza). Para Gabo, conocer Europa era una meta anhelada y así lo registró días después el diario El Heraldo, su antigua casa: “Sabe Gabito con qué regocijo registramos esta noticia de su viaje al Viejo Continente, viaje que él había soñado y comentado tanto entre nosotros”
El inquieto García Márquez, luego de una travesía por Barranquilla, Bogotá y París, llegó a Ginebra donde cubrió la reunión de los 4 grandes (El primer ministro británico Anthony Eden, el jefe de gobierno francés Edgar Faure, el primer ministro de la Unión Soviética Nikolai Bulganin y el presidente de los Estados Unidos Dwight D. Eisenhower). En sus reportes y ejerciendo como un gran reportero provocador, escribió que a pesar de la trascendencia de esta reunión, los suizos parecían estar más atentos a lo que sucedía en el tour de Francia que a las decisiones que estaban determinando la política nuclear en plena posguerra. Para dar contexto a sus lectores, comparó esta ciudad Suiza con Manizales, describió su topografía como una imitación a la de Bogotá y en uno de los apartes subrayó que los perros de Ginebra, aunque más mansos, le recordaban a los de Magangué, un pequeño pueblo de Bolívar ubicado en las orillas del río Magdalena.
A pesar de iniciar su viaje a Europa por Francia y Suiza, sus ojos estaban puestos en Italia. Se apoyó en una noticia que, a pesar de su gravedad, podría ser el argumento de una novela propia de su imaginación. Llamó a Cano y con gran convicción le afirmó que tenía informaciones que indicaban que el Papa Pio XII, Eugenio Pacelli, estaba muriendo a causa de un fuerte ataque de hipo y que era urgente ir a Roma a cubrir esa noticia mundial.
El director de El Espectador entendió el mensaje de García Márquez y en el verano de 1955 lo envió a la Ciudad Eterna a seguir los últimos momentos de vida del Papa Pacelli. Un día patrullando en cercanías del Vaticano, como buen sabueso del periodismo, descubrió que, de los muros leoninos, emergía una berlina Mercedes Benz que llevaba dentro el cuerpo del Pontífice. Aunque éste iba sentado y vestido, como si se dirigiera a una ceremonia que podría ser su último adiós, le llamó la atención los pomposos ornamentos que tenía endosados a 35 grados de la hirviente Roma. Decide seguir la caravana papal en una vieja vespa y mientras avanzaba el cortejo motorizado, descubre que el recorrido va más allá de las fronteras de la Ciudad Eterna.
El Vaticano
El vicario de Cristo estaba siendo llevado, en una estricta caravana, hasta una pequeña localidad en la montaña a 28 kms de Roma, exactamente a Castel Gandolfo. El reportero García, al ver la reacción de sus pobladores, la parafernalia y pormenores de la situación, corroboró que no se trataba del traslado a la última morada del Pontífice sino que estaba siendo testigo que “Su Santidad va de vacaciones”.
Fue precisamente así como tituló una serie de crónicas, que le permitieron desplegar su gran talento para describir y narrar esos sucesos entre ellos, una de las audiencias publicas del Papa:“En el patio de piedra con capacidad para 2.000 personas enlatadas, los funcionarios del castillo acomodan a los visitantes como sardinas. Allí llegan, atropellándose, los más diversos y extraños géneros de frutas que dan las Viñas del Señor. Llegan los alemanes con sus morrales y sus pantalones de cuero. Llegan los norteamericanos con su complejo baratillo de instrumentos fotográficos y su libro para conocer a Roma en siete días. Llegan los duros curitas rurales de todo el mundo, los más remotos francotiradores de la religión, que nunca alcanzarán a ver al pontífice a menos de veinte metros de distancia. Todos entran atropelladamente como los corderos de Dios a un estrecho corral de piedra cerrado por los cuatro costados. La audiencia se anuncia para las seis. A las seis menos cuarto el patio está repleto y dos gigantescos guardias suizos, con fulgurantes uniformes que parecen un caramelo de fantasía, cierran el enorme portón de madera. El reloj empieza entonces a marchar con desesperante lentitud. 4.000 ojos se concentran sobre la pequeña ventana, que sólo se diferencia de las otras en que tiene una cortina de seda blanca. Como es verano y el patiecillo está cerrado por los cuatro costados, en cinco minutos hay un calor asfixiante. Cuando Pío XII aparece, a las seis menos cinco, debe sentir ese espeso y agrio vapor humano que sube desde el patio, revuelto con las ovaciones y los aplausos. En ese momento, el Papa sabe a qué huele la humanidad.”
Acudiendo de nuevo a sus contextos de lugar, hizo una estupenda comparación entre Castel Gandolfo y la población de Espinal en Colombia, donde cada 29 de junio se celebra la fiesta de San Pedro.
Este es solo un ejemplo de cómo Italia generaba una fascinación especial en Gabo, quien consideraba el periodismo como “el mejor oficio del mundo”. Su biógrafo, el inglés Gerald Martin escribió en la biografía de Gabo: “el periodismo es un aspecto integral de su personalidad literaria, y por eso osciló siempre entre las dos actividades: ficción y periodismo.”
Aprovechando su estadía en Roma, se matriculó al Centro Experimental Cineccittà, lo que él llamaba “la fábrica de los sueños”, el lugar donde podría llegar a conocer a los padres del neorrealismo italiano, Vittorio de Sica y Cesare Zavattini. Su gran aspiración era especializarse en guión cinematográfico pero está era solo una materia y por lo tanto en pocos días se aburrió y abandonó sus estudios en «La casa de los sueños”.
Había pasado un poco más de una década del fin de la Segunda Guerra Mundial, e Italia era un país en transición. Gabo se instaló en un hotel en Via Nazionale y desde allí comenzó a buscar cómo adentrase más en la magia de lo eterno de Roma. Sus recursos no le permitían seguir en el hotel y decidió buscar un pequeño cuarto en una pensión en el barrio Parioli. Uno de sus vecinos era el tenor lírico colombiano Rafael Ribero Silva, quien pasó a ser su traductor, amigo y guía, pero además, lo convirtió en uno de los protagonistas de su cuento La Santaque le sirvió de pretexto, entre la realidad y la ficción, para plasmar su paso por la capital italiana.
Esa historia, publicada en 12 cuentos peregrinos en 1981 y luego llevada al cine en 1988, con el título Milagro en Roma, es un evidente homenaje a Miracolo a Milano de Vittorio De Sica, precisamente la película que años atrás enamoró a Gabo del neorrealismo y lo inspiró a construir lo que se conoce como “realismo mágico”.
El argumento de La Santa es un carrusel constante de hechos y sucesos que para muchos hubiera sido un argumento fascinante para cineastas como Woody Allen o Alfred Hitchcok. La narrativa gira en torno a Margarito Duarte, un colombiano sencillo que gracias a su esfuerzo y formación autodidacta logra conseguir un modesto empleo en la alcaldía de su pueblo. Enamoró a una de las mujeres más bellas del lugar, contrajo matrimonio con ella pero años después, en el momento del parto, su hermosa cónyuge falleció. Siete años después, la pequeña hija muere también a causa de una fiebre alta.
La vida de Margarito siguió sin contratiempo, pero años después y debido a que construirían una represa en el lugar donde estaba el cementerio, tenían que trastear los restos de sus dos amores. Cuando abrieron la tumba donde se encontraba su mujer, vieron que todo era polvo, pero en cambio en la tumba de su hija de 7 años, descubrieron que el cuerpo seguía intacto e incluso las rosas que le habían tirado adentro del cajón el día que la enterraron, se conservaban frescas y mantenían su aroma. El obispo del pueblo se postró a este hecho inédito, sintió la presencia de Dios y le dijo que éste era un evidente signo de santidad.
Margarito Duarte emocionado, hizo colectas y se fue a Roma; metió el cuerpo intacto de su hija en un estuche de violonchelo en madera de pino y por uno de los tantos caminos que conducen a Roma, se fue empeñado en buscar la canonización de su hija. Cargando la maleta con el cuerpo liviano, hizo de todo para tratar de hablar con el Papa, pero fue imposible, ya que el Sumo Pontífice, padecía un fuerte ataque de hipo y se había ido a recuperarse a su casa de verano. Así pasaron 22 años y a pesar de los múltiples intentos y el pontificado de varios Papas, nunca pudo elevar a los altares a su pequeña. Al final concluye íntimamente que el verdadero santo era Margarito, quien demostró solo perseverancia y amor de un padre por lograr el reconocimiento celestial del cuerpo incorrupto de su hija.
Gabo lo describe así: “Yo estaba en Roma por primera vez, estudiando en el Centro Experimental de Cine, y viví su calvario (De Margarito) con una intensidad inolvidable. La pensión donde dormíamos era en realidad un apartamento moderno a pocos pasos de la Villa Borghese, cuya dueña ocupaba dos alcobas y alquilaba cuartos a estudiantes extranjeros. La llamábamos María Bella, y era guapa y temperamental en la plenitud de su otoño, y siempre fiel a la norma sagrada de que cada quien es rey absoluto dentro de su cuarto (…)”
Después en otro aparte y fiel su estilo intenso y detallado describe un hecho fantástico: “Nada menos adecuado para el modo de ser de Margarito que aquella casa sin ley. Cada hora nos reservaba una novedad, hasta en la madrugada, cuando nos despertaba el rugido pavoroso del león en el zoológico de la Villa Borghese. El tenor Ribero Silva se había ganado el privilegio de que los romanos no se resintieran con sus ensayos tempraneros. Se levantaba a las seis, se daba su baño medicinal de agua helada y se arreglaba la barba y las cejas de Mefistófeles, y sólo cuando ya estaba listo con la bata de cuadros escoceses, la bufanda de seda china y su agua de colonia personal, se entregaba en cuerpo y alma a sus ejercicios de canto. Abría de par en par la ventana del cuarto, aún con las estrellas del invierno, y empezaba por calentar la voz con fraseos progresivos de grandes arias de amor, hasta que se soltaba a cantar a plena voz. La expectativa diaria era que cuando daba el do de pecho le contestaba el león de la villa Borghese con un rugido de temblor de tierra.(…)”
Una de las pistas más claras que se trataba del pleno verano del 55 en Roma lo describe en otro aparte de La Santa: “Después del almuerzo Roma sucumbía en el sopor de agosto. El sol de medio día se quedaba inmóvil en el centro del cielo, y en el silencio de las dos de la tarde sólo se oía el rumor del agua, que es la voz natural de Roma. Pero hacia las siete de la noche las ventanas se abrían de golpe para convocar el aire fresco que empezaba a moverse, y una muchedumbre jubilosa se echaba a las calles sin ningún propósito distinto que el de vivir, en medio de los petardos de las motocicletas, los gritos de los vendedores de sandía y las canciones de amor entre las flores de las terrazas. El tenor y yo no hacíamos la siesta. Íbamos en su vespa, él conduciendo y yo en la parrilla, y les llevábamos helados y chocolates a las putitas de verano que mariposeaban bajo los laureles centenarios de la Villa Borghese, en busca de turistas desvelados a pleno sol. Eran bellas, pobres, cariñosas, como la mayoría de las italianas de aquel tiempo, vestidas de organza azul, de popelina rosada, de lino verde, y se protegían del sol con las sombrillas apolilladas por las lluvias de la guerra reciente”. Era un placer humano estar con ellas, porque saltaban por encima de las leyes del oficio y se daban el lujo de perder un buen cliente para irse con nosotros a tomar un café bien conservado en el bar de la esquina, o a pasear en las carrozas de alquiler por los senderos del parque, o a dolernos de los reyes destronados y sus amantes trágicas que cabalgaban al atardecer en el galoppatorio. Más de una vez les servíamos de intérpretes con algún gringo descarriado.”
En medio de su encanto que le despertaba la cotidianidad romana, seguía latente su interés y deseo de trabajar en el mundo del cine neorrealista italiano. Para García Márquez un buen método para entender ese movimiento cinematográfico, consistía en observar un almuerzo de pobres en Venecia en la orillas del Lido. Ver como extienden un mantel de cuadros con remiendos, mientras la madre gorda y dictatorial, le sirve a sus nueve hijos un plato de macarrones fríos con un pedazo de pan mientras que a su esposo le suma un gran vaso de vino rojo. Ella es la última en comer, con el perro, y casi por ósmosis, le propina a cada niño, un sonoro pescozón (palmada en el cuello), que según García Márquez, “sólo se pueden ver en las buenas películas italianas.”
Gracias a su amistad con el director italo-argentino Fernando Birry, quien lo había sumergido en Cinecittà, logró subir uno de los escalones que podría llevarlo hasta la cumbre de su carrera cinematográfica: Fue contratado como tercer asistente de dirección en el rodaje de la película Lástima que sea canalla de Alessandro Blasseti, que tenía una nómina de lujo: Marcello Mastroianni, Vittorio de Sica y la diva de divas, Sophia Loren, a quien finalmente iba poder conocer personalmente. Sin embargo, nunca logró ni siquiera estar cerca de ella ya que lo único que hizo García Márquez mientras duró el rodaje, fue sostener con gran dedicación una larga cuerda para evitar que los curiosos e intrusos arruinaran las grabaciones.
Para Gabriel García Márquez fue una experiencia decepcionante, pero este hecho lo llevó a escribir una maravillosa crónica sobre “la batalla de las medidas” donde las protagonistas eran la hermosa y refinada Gina Lollobrigida y la volcánica y esquiva Sophia Loren. Pero no solo era la talla de los sostenes la que definía esta disputa sino que se trataba de definir quién era realmente el ícono de la mujer italiana. Gina era correcta y adorable mientras Sophia era como un tsunami indomable e irreverente que incluso se atrevió a saludar a la Reina Isabel II con la cabeza cubierta de diamantes que es un error de protocolo imperdonable (los que saben de estas rigurosidades, saben que a la reina hay que saludarla sin nada en la cabeza). Más que un tema trivial, Gabo supo plasmar la admiración, perplejidad y devoción que sienten los italianos por sus personajes y aunque algunos pensaron que García Márquez aprovecharía su crónica para desquitarse de Sophia Loren por no habérsele acercado mientras sostenía el lazo de seguridad, al final dejo en evidencia que para su concepto la indestronable y eterna musa del neorrealismo italiano sería por siempre Sophia Loren quien alguna vez al ser preguntada cual era su secreto para conservar su belleza, respondió: “Todo esto que ven se lo debo a los espaguetis”.
Autores
Esta crónica fue publicada en VISLUMBRES Una constelación escogida de protagonistas de nuestra historia común de España, Italia e Iberoamérica, por invitación de la Embajada de España en Italia hecha a:
Omero Ciai: Periodista italiano experto en informaciones de España y América latina. De 1986 a 1997 fue el editor internacional del Diario L`Unità de Italia y luego pasó al diario Repubblica donde fue Sub editor internacional. Desde el 2000 ha seguido las principales noticias de España y Latinoamérica como enviado especial y ha cubierto diferentes hechos históricos. Conoció personalmente a Gabriel García Márquez y fue en 2007 uno de los pasajeros privilegiados del “Tren de Macondo” que llevó a Gabo a su natal Aracataca con motivo de sus 80 años. En un diálogo que tuvo con el premio Nobel colombiano, García Márquez le dijo que su principal tesoro es “sentirse amado”. Ha sido cercano a la Fundación Nuevo Periodismo de García Márquez y en el archivo de la Repubblica reposan muchos reportajes que documentan la historia del escritor colombiano.
Néstor Pongutá Puerto. Periodista y diplomático colombiano que vive en Italia desde el año 2000. Conoció personalmente a Gabriel García Márquez en Ciudad de México y ha trabajado en medios como RCN radio y televisión, diario El Tiempo, EL Espectador y con W Radio perteneciente al Grupo Prisa de España. Durante su permanencia en Italia se ha especializado en el Vaticano y ha acompañado en diferentes viajes papales a Juan Pablo II; Benedicto XVI y Francisco. Ha escrito para Editorial Planeta los libros Un tinto con el Papa Francisco y Las huellas del Papa Francisco en Colombia. En 2005 ganó el premio de periodismo Simón Bolívar por el cubrimiento de la muerte de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI. Ha sido diplomático en la Embajada Colombia en la Unión Europea y actualmente es el consejero cultural de la Embajada de Colombia en Italia.
Bibliografía:
Obra Periodística Volumen V; “De Europa y América” Gabriel García Márquez recopilación y prólogo de Jacques Gilard. Capítulo Diciembre 1955. Editorial Oveja Negra 1983.
Doce Cuentos Peregrinos cuento La Santa. Editorial Suramericana 1992
Crónica 📻 sobre 𝕮𝖗𝖎𝖘𝖙𝖔 𝕽𝖊𝖞, la estatua gigantesca levantada gracias al empeño del jesuita 𝗝𝗼𝘀é 𝗠𝗮𝗿í𝗮 𝗔𝗿𝘁𝗲𝗮𝗴𝗮 y los hermanos italianos 𝗔𝗱𝗲𝗹𝗶𝗻𝗱𝗼 𝘆 𝗔𝗹𝗶𝗱𝗲𝗼 𝗧𝗮𝘇𝘇𝗶𝗼𝗹𝗶🇨🇴 🇨🇴🇮🇹 🇮🇹 que desde 1953 vigila a Santiago de Cali con los brazos abiertos y es muy visitada por los fieles caleños durante la Semana Mayor.
Es tradición que durante la Semana Mayor los fieles caleños visiten masivamente lugares de peregrinación como la estatua gigantesca de Cristo Rey, uno de los monumentos más emblemáticos que desde 1953 vigila a Santiago de Cali con los brazos abiertos, levantado gracias al empeño del jesuita 𝗝𝗼𝘀é 𝗠𝗮𝗿í𝗮 𝗔𝗿𝘁𝗲𝗮𝗴𝗮 y los hermanos italianos 𝗔𝗱𝗲𝗹𝗶𝗻𝗱𝗼 𝘆 𝗔𝗹𝗶𝗱𝗲𝗼 𝗧𝗮𝘇𝘇𝗶𝗼𝗹𝗶🇨🇴 🇨🇴🇮🇹 🇮🇹 .
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La construcción del monumento entre 1950 y 1953. El Padre jesuita 𝗝𝗼𝘀é 𝗠𝗮𝗿í𝗮 𝗔𝗿𝘁𝗲𝗮𝗴𝗮, promotor de la idea.Los hermanos italianos Adelindo y AlideoTazzioli quienes dejarían su impronta en muchas obras de la ciudad.
Equipo creativo del pódcast de La Bernardi: editora Isabella Prieto, comunicadora Sofía García y editor de audio, Marcio Reyes.
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Inicia con un mensaje esperanzador de renacimiento el equinoccio de primavera en el hemisferio norte desde el sábado 20 de marzo hasta el 21 de junio cuando arriba el solsticio de verano. Cómo las horas de luz se alargan la naturaleza vive su propia fiesta con el primer verdor y la invasión de las flores. La primavera también tiene un significado mitológico relacionado con la fertilidad y la fecundidad de la tierra.
Llegó el equinoccio de primavera en el hemisferio norte, le damos la bienvenida a la primavera astronómica, que durará hasta el 21 de junio cuando arribará el solsticio de verano.
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¿Qué tiene de especial el equinoccio de primavera? Pues por un lado la duración del día y la noche es casi que 12 horas en todo el mundo, pero luego, a lo largo de esta estación, el día se va alargando y las temperaturas son más cálidas porque se recibe la luz y el calor del sol de manera más directa. Este año además, llega con un mensaje esperanzador, ya que el retorno de la luz es un tiempo de esperanza, de renacimiento, como un nuevo día, en muchas culturas y religiones celebran fiestas y festivales.
La llegada de la primavera tiene significado mitológico que tiene relación con la fertilidad y la fecundidad de la tierra y de las especies. Gracias al clima de esta época la naturaleza vive su propia fiesta con el primer verdor y el estallido de las flores y las abejas… también se presentan cambios hormonales que inciden sobre el estado emocional de los seres humanos porque se produce un aumento de la melatonina y la serotonina, ingredientes para incrementar la alegría.
Las antiguas civilizaciones que habitaron el territorio de México estaban muy en sintonía con el movimiento de los cuerpos celestes y en algunos casos levantaron sus edificaciones para que hubiera alineaciones en ciertos días del año. Hoy en día hay personas que recargan su energía con energía solar en el momento en que el sol está directamente sobre el Ecuador y se dice que el mejor lugar para hacerlo es en sitios arqueológicos.
Para los antiguos romanos cada primavera era un gran acontecimiento que se traducía en la fiesta dedicada a Cibeles, la diosa madre frigia de la fertilidad y los sacerdotes realizaban misteriosos ritos en su honor.
Dos colombianas residentes en Italia nos hablan de los significados del equinoccio de Primavera y de cómo se preparan: la periodista caleña, Liliana Velásquez, y la soprano lírica, Ángela Balbín Aponte, quien ha creado un proyecto “La terapia de la Voz”, en el que sonido, canto y respiración hacen que la Voz del alma se exprese y cure armónicamente en forma de palabra y canto.
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Conmemoramos durante esta semana en 🇨🇴Colombia el Día de la Mujer y en 🇮🇹Italia la Festa della donna, nos sumarnos esta jornada internacional para darle voz a la historia inspiradora de dos italianas que superaron obstáculos y triunfaron pese a las adversidades y a su época: la escritora y premio Nobel de Literatura, Grazia Deledda y la actriz Sophia Loren. Poema 8 de marzo de Gioconda Belli.
Conmemoramos durante esta semana en 🇨🇴Colombia el Día de la Mujer y en 🇮🇹Italia la Festa della donna, nos sumarnos esta jornada internacional para darle voz a la historia inspiradora de dos italianas que superaron obstáculos y triunfaron pese a las adversidades y a su época: la escritora y premio Nobel de Literatura, Grazia Deledda y la actriz Sophia Loren. Poema 8 de marzo de Gioconda Belli.
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Empiezo por contarles que en Italia, inicialmente en 1922 se instituyó el día 12 como la Jornada Internacional de la Mujer pero luego la ´Unione Donne Italiane´, UDI, lo trasladaría para el 8 de marzo en las zonas liberadas del fascismo. Y en 1946 se establecería la mimosa, una flor amarilla bellísima, como símbolo de la Festa della donna, porque apenas ese año se incluiría el derecho al votoen la Constitución Italiana.
He querido hacer con un homenaje a una escritora sarda desafiando al olvido que se ha sometido tanto a ella como a su obra, tal vez oculta por el paso y el peso de la historia, pero que descubrí cuando tenía por allá unos 10 años, se trata de Grazia Deledda, ella es la primera y única italiana premio Nobel de Literatura en 1926.
Deledda quien solo cursaría la primaria, llegaría a ser la voz de su Cerdeña, con su pluma se dedicaría a explorar en sus novelas, cuentos y poemas, la dureza de la vida rural de su aldea, los conflictos emocionales, las tradiciones, la religiosidad y las supersticiones de los personajes de su pequeño universo, su apartada y bella isla en el Mediterráneo.
Su narrativa poética sorprende por su complejidad y por retratar la problemática de esa Cerdeña decadente de inicios del siglo XX, evidencia en sus relatos la marginación de la mujer, ya hay una clara conciencia femenina. Sus historias contadas hace un siglo siguen teniendo actualidad y universalidad pese a lo que digan sus detractores.
En 1905 aparecería la primera traducción al español de una obra de Grazia, se trataría de Nostalgia, el mismo año que se editaría en Italia. Su obra cumbre, La madre fue publicada en 1920 y en 1916 Cenizas sería llevada al cine, durante la Gran Guerra.
La crítica de cine y libretista de televisión, Claudia Rojas, nos hablará de Sophia Loren, un ícono del cine italiano, que hoy con más de 80 años sigue vigente y representa a la donna italiana a propósito del documental que se presenta en Netflix: ¿Qué haría Sophia Loren?
Le entregamos la palabra a la poeta Ana Milena Puerta con el poema 8 de marzo de la gran escritora nicaragüense de ascendencia italiana, Gioconda Belli.
Equipo creativo de La Bernardi: la editora Isabella Prieto, la comunicadora Sofía García y el editor de Audio, Marcio Reyes. 🔈Escúcha cada viernes la sección en Café Cultural después de las 8.45 a.m. por 📻 Clásica 88.5 FM. Pódcast disponible en 🎙️Spotify y ✍🏻www.labernardi.com
Un apuesto italiano de Modena, Ferruccio Guicciardi Romani, fue el precursor de la aviación en Santiago de Cali. La historia del portentoso vuelo en el ¨Telégrafo 1¨ quedó inscrita en el calendario el 21 de abril de 1921, a las 9:35 a.m. cuando aterrizaría en la improvisada pista del Aeródromo de Long Champs.
“Del Cielo viniste y al cielo volviste”
Por Hugo Suárez Fiat*. Un apuesto italiano, Ferruccio Guicciardi Romani, nacido en Modena, el 2 de julio de 1895, fue el precursor de la aviación en Santiago de Cali. La historia del portentoso vuelo quedó inscrita en el calendario el 21 de abril de 1921, a las 9:35 a.m.
Edición del jueves 10 de febrero de 1921, del Periódico El Telégrafo de Guayaquil, Ecuador, cuando se anuncia el Raid aéreo Quito Ibarra que emprende Ferruccio Guiciardi Romani.
La hazaña no fue propiamente realizar el vuelo directo desde Pasto hasta Cali sino aventurarse en un aparato el “Telégrafo 1”, en el que con intrépida arrogancia Guicciardi decidió rebasar los elevados cerros que interceptan la capital nariñense con la nuestra. Los caleños estaban poseídos de una inquietante expectativa. Aquí no se había visto el majestuoso tránsito de un artefacto de tales características por nuestro cielo ni escuchado el rugido de su hélice. Sólo los que habían viajado al exterior habían tenido la posibilidad de percibir el vuelo raudo de tan modernas aeronaves las cuales cubrían distancias enormes con fantástica rapidez.
Diferentes aspectos del biplano Telégrafo I. Arriba los pilotos italianos Elia Liut y Ferruccio Guiciardi y sus firmas, al lado Liut arranca el motor en el vuelo de Guiciardi. Abajo el aparato en marzo de 1921, antes de partir hacia Pasto, en el histórico viaje aeropostal de Ferruccio Guicciardi.
Antes de efectuarse el vuelo desde Pasto hasta Cali llegó a esta ciudad un joven italiano llamado Pedro Traversari, aviador según él. El viaje de Traversari tenía por objeto preparar una pista para el aterrizaje del “Telégrafo 1”, cuyo vuelo, después de ocurrir varios aplazamientos… “porque habían nubes” -decían los entendidos- tuvo éxito el 21 de abril de 1921. El campo de aterrizaje era marcado, previamente, con sábanas blancas.
A eso de las nueve y pico de la mañana apareció sobre Cali el “Telégrafo 1”, volando a gran altura. La gente se informaba sobre el evento en las carteleras del periódico Relator en las cuales fue clavado un telegrama proveniente de Popayán que decía escuetamente: “El avión pasó por aquí a 5.000 metros de altura”.
Conocido el suceso, él público emprendió frenética carrera hacia el campo de Versalles donde se había habilitado la improvisada pista del Aeródromo de Long Champs en la que habría de aterrizar el “Telégrafo 1”. Como en la misma no era permitida la entrada las cercas fueron derribadas y el “aeropuerto” fue invadido por el público.
Por la época de la llegada de Guicciardi tenía planeado viaje a Cali otro aparato similar al “Telégrafo 1”. Una aeronave marca Caudron “G-III”, bautizada con el nombre “Antioquia” por monseñor Marulanda el 12 de febrero de 1921, la cual había sido importada directamente por el aviador Francisco González, sin asistencia oficial de ninguna índole. González quien había realizado varios vuelos en Medellín, con la supervisión del experto aeronáutico francés Ferdinand Marchaux, evento que evidentemente causó enorme revuelo entre la población del Valle de Aburrá.
Aunque su desplazamiento a Cali se anunció para el 1 de abril el mismo no tuvo lugar por cuanto el “G-III” padeció un grave daño mecánico y estructural en Cartago, consecuencia de un accidente al despegar, que le impidió iniciar su excursión definitiva. González siempre tuvo dificultades para culminar sus vuelos razón por la cual lo bautizaron con el remoquete de “Pacho vola pero no aterra”. Por último mientras intentaba regresar con su nave a tierra firme, en un vuelo experimental, se accidentó y perdió una pierna dando así por terminadas, en forma definitiva, sus actividades aeronáuticas.
Había una apuesta para quien llegara primero a Cali. La Gobernación del Valle ofreció la enorme suma de quinientos pesos ($500=) al primer piloto que aterrizara y La Junta de Ornato de la ciudad premiaría al pionero con la suma de doscientos pesos ($200=).
Diario El Tiempo, abril 23 de 1921... (…) A las 8:30 a.m. avisaron de Popayán que el avión había pasado a gran altura. A las 9 de la mañana pasó por Guachinte, que queda a 35 kilómetros de esta ciudad. A las nueve y cuarto empezó a sentirse el ruido peculiar del motor, en el aire, y pocos momentos después apareció el avión en el cielo (…) la emoción de la multitud a la llegada del avión fue indescriptible… (…) el aviador cuenta que hubo un momento en que se creyó perdido, pues se desvió a 60 kilómetros; también se le apagó el motor, a grande altura, de modo que pudo planear, mientras el motor volvió a encenderse. Cuando Guicciardi divisó a Cali, no le quedaba gasolina sino para unos pocos minutos… Guicciardi hoy hizo varios vuelos sobre la ciudad (…). Fotografía del blog www. matacafe.code Mauricio Umaña.
No soy capaz de reproducir cien años después, la locura y la expectativa que se apoderó de los ciudadanos cuando el ruido de la hélice anunció: “avión a la vista”. Todos corrían con desesperación hacia el improvisado campo de aterrizaje de Versalles, rebautizado con el pomposo nombre de Aeródromo de Long Champs. El predio corresponde al lugar donde posteriormente se construyó el Hipódromo de Santa Mónica, cerca al sitio donde más tarde se levantó el edificio del Instituto de Seguros Sociales, colindante con la actual Avenida Vásquez Cobo, inmueble que en la época era de propiedad del médico Vicente Borrero Borrero, quien se había graduado con honores en una universidad alemana, finalizando el siglo XIX.
Hace 100 años aterrizó Guicciardien el bimotor “Telégrafo 1”en Cali, el 21 de abril de 1921, a las 9:35 a.m. en el Aeródromo de Long Champs.
Guicciardi era el portador de frescos y fragantes ramilletes de flores, de los jardines pastusos, que familias amigas nariñenses enviaban a otras de aquí. También traía un mensaje especial del gobernador de la época, en el departamento del sur, el viejo jefe conservador Julián Buchelli, dirigido a su colega valluno don Ignacio Rengifo. Con él llegaron las ediciones periodísticas pastusas del día anterior a cuando tuvo lugar su epopéyico viaje.
Fue tal el delirio que despertó Guicciardi entre la gente que varias damas ilustres de la sociedad besaron con enorme emoción al joven piloto italiano de 25 años, cuando descendió de la nave. Era un hombre esbelto, de ojos y cabellos negros, llevaba una cicatriz en la parte izquierda de su frente, producto de sus acciones militares en la Primera Guerra Mundial de la cual era veterano y en la que había actuado en las escuadrillas al mando del mayor Baracca, del comandante Scaroni y del coronel Picio. Medía exactamente 1.88 metros. Su tez era blanca y sonrosada. Tenía carácter sencillo. Respondía con cierta timidez a las preguntas tontas y necias, algunas de ellas, que le formulaban los incrédulos testigos al final de su gran expedición. Guicciardi anotó, lo cual excitó a sus interlocutores, que durante la confrontación bélica mayor o sea distante la 1a. Guerra Mundial había derribado dos aviones enemigos de origen austríaco.
En medio de una muchedumbre ebria de gozo, cual candidato presidencial en sus jornadas de triunfo, Guicciardi hizo la travesía desde el Aeródromo de Long Champs en un “phaeton” de los veintes, hasta el Hotel Majestic, hoy Hotel María Victoria, ubicado en la Carrera Tercera con Calle Diez, donde finalmente se alojó. La colonia de la comunidad italiana estaba seducida por el júbilo reinante.
El avioncito, un biplano monoplaza “Hanriot Dupont” HD-1, con tecnología francesa pero de fabricación italiana, poseía un motor radial “Le Rhone”, estructura y hélice de madera, fuselaje en tela y era heredero de la primera gran guerra. Cuándo aterrizó, después de dos horas y veintiocho minutos de vuelo desde Pasto, se detuvo frente a una concurrencia en éxtasis, especialmente las damas quienes al ver a Guicciardi erguirse, en su aeroplano, que era algo así como un juguete, perdieron no solo las estriberas sino las cabezas… ¡que frases soltaban muchos labios femeninos refiriéndose al italiano quien, enfundado en una elegante chompa de lana, se presentaba, caído del cielo, ante la animosa multitud !!!
En el Hotel Majestic, donde se hospedaba y en su tránsito por las calles de la comunidad la plebe asediaba a Guicciardi. Estaba atribulado por la curiosidad de los caleños. Su imagen quedó grabada en la mente del pueblo. La proeza fue guiar un biplano destartalado, sin ningún medio de comunicación, que no ofrecía seguridad alguna para quien lo abordara, convirtiéndose así en el pionero del vuelo con máquinas aéreas en el Valle del Cauca.
Donado por la familia Múnera Guicciardi, en CALIWOOD, el Museo de la Cinematografía de Cali (Colombia) se conserva el Altímetro marca Peltret que el piloto Guicciardi Romani utilizó en el Telégrafo I cuando llegó a Santiago de Cali en 1921.
El biplano el “Telégrafo 1” se marchó de Cali como telegrama urgente. Permaneció pocos días en la ciudad. Entre nosotros fueron, naturalmente, días de fiesta, jarana y jolgorio. Todo el mundo no hablaba de otra cosa. Era gigantesca la muchedumbre que permanecía cerca al Aeródromo de Long Champs con el propósito de ver y tocar el aparato. Para la gente era como cosa llegada del otro mundo.
Pasado algún tiempo, relativamente corto, Guicciardi volvió a Cali. Pero no en plan de aviador sino como uno de los tantos viajeros que se movilizaban por tierra. Casi todas las noches se le veía sentado en una banca del Parque de Caycedo frente a la estatua del prócer. Siempre solitario. Al verlo generaba la impresión de ser un hombre triste que añoraba su querida Italia. Se supo que Guicciardi había adquirido una parcela por los lados del barrio Meléndez, entregándose al cultivo de la misma pero que finalmente se aburrió de sus iniciativas agrícolas y se incorporó al personal de aviadores de “Scadta”, transformada después en Avianca. Después de numerosísimos vuelos épicos “Scadta” le entregó un reloj de oro con el cual se conmemoraron 250.000 kilómetros de sus recorridos aéreos.
El “Telégrafo 1”, llamado así por ser de propiedad del periódico El Telégrafo” de Guayaquil, permaneció aquí poco tiempo, pues arribó a Cali un aviador italiano, el señor Elia Liut, héroe de la aviación en la República del Ecuador, enviado por la empresa, para llevar la nave de regreso al país hermano. Liut era un hombre joven, de muy buena apariencia, rubio, que si hubiera volado, habría sido un peligroso rival para Guicciardi. Mas no voló, examino el biplano y dijo que no se explicaba como Ferruccio podía volar en semejante “cosa”, la cual desarmó, empacó y se llevó por vía marítima desde Buenaventura hasta Guayaquil. Esto ocurrió después que Guicciardi efectuara vuelos a Palmira, Cartago y Manizales donde el avión sufrió un accidente del cual sin embargo Guicciardi salió ileso.
Guicciardi tomó parte como piloto militar, por nombramiento que le hizo el Ministerio de Guerra de la República de Colombia, en el conflicto de Leticia, cuando ocurrió la confrontación con el Perú. Su designación la efectuó el ministro Alfonso Araújo quien además lo incluyó, como delegado técnico, en la comisión que habría de adquirir, en el exterior, los aviones bélicos para Colombia. Una lindísima hija del célebre aviador, la señorita Clara Guicciardi nació en Cali y contrajo matrimonio con Ernesto Múnera. De la unión quedaron varios descendientes.
Ferruccio Guicciardi Romani nació en Modena (Italia), el 2 de julio de 1895 y murió el 4 de enero de 1947 en Cali. En su tumba dentro de la iglesia de San Fernando Rey está escrito el siguiente epitafio: “Desde el cielo viniste y al cielo volviste”.
El título de este articulo proviene precisamente de la inscripción que en 1947 se esculpió en la cripta del pionero, cuando ocurrió su fallecimiento, en la Iglesia de San Fernando Rey, de esta capital: “del cielo viniste y al cielo volviste”. El avión el “Telégrafo 1” sobrevive intacto en el Museo Militar Eloy Alfaro de la ciudad de Quito, Republica del Ecuador y en CALIWOOD, el Museo de la Cinematografía de Cali (Colombia) se conserva, como un verdadero tesoro, el Altímetro marca Peltret que el piloto Guicciardi Romani utilizó en el Telégrafo I cuando llegó a Santiago de Cali en 1921. El aparato fue donado por la familia Múnera Guicciardi.
*Texto revisado el 11 de marzo de 2021 por el autor, Hugo Suárez Fiat, fundador de CALIWOOD, el Museo de la Cinematografía de Cali.Varios textos incorporados al artículo fueron contextualizados, otros actualizados y algunos reproducidos parcialmente pero dado el tiempo que ha transcurrido desde cuando se preparó el texto en el año 2002 o 2003 no puedo recordar exactamente cuales, motivo por el cual no están referenciados entre comillas. En la época en que elaboré el texto invité a mi residencia a todos los descendientes de Ferruccio Guicciardi Romani, quienes residían en Cali y en Medellín, con los cuales sostuve prolongadas conversaciones – duraron dos días – ocasión en la cual recabé importantísima información histórica relacionada con el suceso que tuvo lugar el 21 de abril de 1921 y fue entregado el Altímetro marca Peltre que usó Guicciardi en su avión.
Créditos: Alberto Silva Borrero; Vicente Emilio Vernaza Ochoa y José Rafael Ortiz Coral (ambos q.e.p.d.); archivo del periódico El Telégrafo de Guayaquil; archivo del Museo Militar Eloy Alfaro de Quito, Ecuador; Archivo del Museo Nacional de Transporte Colombia; Revista Épocas; Revista Occidental; Revista Despertar Vallecaucano; Archivo del periódico Correo del Cauca; Archivo del Periódico Relator (Ejemplares desde el 1 de marzo de 1921 hasta el 30 de abril de 1921); Archivo del diario El País de Cali; familia Múnera Guicciardi; ingeniero Iván Darío Múnera Guicciardi.